jueves, 5 de abril de 2012

¿Libre albedrío?


El libre albedrío lo dejo atrás, me lanzo sin temor a conquistar la vida, a descubrir la tan mencionada pimienta, sansón de respiros; dejo atrás credos, escuelas y librerías, tanto baratas como caras. Dejo a tras los versos y las rimas y me aventuro a una prosa libre de cualquier tabú, escrúpulo, inclusive por que no decirlo, con cierta osadía. Maldita sea todo huele a verso. Verso que esta noche no te invoco, sal de mí, mantente al margen. Que calle el disque poeta y que hable el simple mortal ambulante. Ambulante tanto de calles, callejones de Guanajuato, callejón de beso que por no besar me maldijeron, deja ritma mis letras, invoco al dolor del clamor de un callejón del beso, que nunca me dieron. Que hoy que me brindan mas de dos; que por una maldición del 95, hoy me niego a recibir; besos de miel de instantánea pasión, pasajera que se convierte en eterna. Dejo atrás todo verso, todo beso, toda pasión. Del libre albedrío me fugo que hable la sin razón, el sin motivo, la crueldad de pensar en ti y desear que te has escapado, con el primero que pase a tu lado. Dejo atrás todo motivo del ser, del estar, del vivir, y porque no del existir. Si hoy la vida me prohíbe tus labios, que la vida arranque el libre albedrío que aún existe en mí. Dejo atrás  escuelas y credo, atrás Joaquín Sabina, Neruda, Whitman, Bukowski, colectivos de arenas y registro mundial de poetas. Que está simple noche me quede yo, sin albedrío alguno, que hoy no tenga elección alguna; que me atrapen,  cual fotón es atrapado en un hoyo negro (gran estrella colapsada). Que todo universo desaparezca en mí, que oculte toda respuesta, que me difumine cual estrella que cumple su ciclo, ya que todo en mí es un ciclo, que este sea mi ciclo de sin libre albedrío, que desaparezca todo rastro de David Rodas, el no existe! Es producto de la imaginación; de la tuya, de la mía, no lo sé. Puesto que yo no existo no puedo responderme, puesto que he quedado sin albedrío no tengo elección más que dejar de existir. Que venga la arena del desierto, que se esparza  la espuma del mar; que no es capricho, ni dolor, ni desmotivación ni tanta cursilería barata que pueda yo proclamar. Es el llamado de la noche el grito de la madrugada, el estar atento al canto del gallo, es estar despierto cada madrugada, si, si, sin tus besos, que ya no estoy poseyendo libre albedrío, mi boca busca tu boca. Entiende que mi cuerpo esta apagado por la sin razón, no busco tu piel, busco el néctar de ti. Cuantas veces me han recalcado que las “putas”  (damas de la noche) hacen de todo, menos besar en la boca. Apenas si lo concibo; por ahí en la boca radica el libre albedrío. Mentira que el corazón manda, vendida mentira. Que la mente engaña, si engaña, soy experto en cuestiones mentales, emocionales, no necesito universidad alguna para doctorarme, ni la verdadera vida me basta. Sé de lo que hablo, se del libre albedrío, de que si besas, por mas insignificante, quedas plasmado en ese beso, tu esencia, la marca de ganado de la cual traemos impresa en nosotros mismos. No hay besos baratos, los besos crean adicción y es por algo y no precisamente por el libre albedrío, ni por religión alguna, o escuela alguna, el universo miente cuando te dice son besos baratos, nada pasa con besar. Maldita sea la madrugada y el encanto de tus labios me han cambiando el tema del que comencé a hablar. Libre albedrío no existe, no existe universo alguno que encierre absoluta verdad, ni callejón de los besos que maldigan. No existo yo. Y por muy duro o fácil que sea… tampoco existes tú. Libre albedrío, tu eliges si besarme o dejarme partir.


Por:
        David D Bergerac
Un 5 de abril del 2012; 4:45am.

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-POESÍA MARGINADA & SUEÑO LATENTE-